viernes, 22 de agosto de 2008

En pausa

Lo primero que hace cuando se levanta es revisar su colección. Es importante verificar que nada haya sucedido en la noche, que nadie se haya movido sin permiso. Ya tranquila sigue con su rutina. Se talla la cara, se relame el pelo, se pone los lentes y el uniforme, finge desayunar y alguien la lleva a la escuela.

Ahí nunca pasa nada interesante.

Ella aprovecha su tiempo para repasar el mundo que tiene guardado en la repisa. Esos edificios miniatura, cada uno con una función especial; la pequeña gente perfecta que habita en la ciudad, y las vidas perfectas que ella les ha otorgado. Se preocupa por su ausencia: el bebé de la casita azul necesita leche pero su mamá se mantiene estática en un sillón, como en pausa.

Es maravilloso el detalle con el que ella reconstruye, la dedicación con la que acerca a esas pequeñas piezas plásticas a tener una experiencia humana.

A veces les tiene envidia y se le antoja unírseles. Se imagina paseando por las calles suburbanas. En bici todo avanza más rápido y las casas, con sus colores pastel, parecen postre. Los niños de la casa del árbol la saludan de lejos y la invitan a pasar. Pero entonces perdería el control, se pondría a merced de otro par de manos que la acomodarían en su lugar. Es mejor así, de lejos.

El recreo pasa y ella no se ha movido. Está perfeccionando su colección, recorriéndola mentalmente. Ella es la dadora de vida. Incluso consiguió una escuelita, para que los niños jueguen y aprendan. Las niñas del salón corren de un lado a otro del patio, jugando a las tráes, pero ella está demasiado ocupada.

En su casa anda con la mirada vacía. Ella no corre, no grita y no empuja. Cada vez habla menos, come menos y ocupa menos espacio.

Un día despierta y no necesita revisar su colección para darse cuenta. Se asoma por el marco blanco de una ventana, y observa las sombras inmóviles de las hojas sobre el pasto. La casa del árbol está vacía. Reina el silencio sobre su nuevo y perfecto vecindario color pastel.


3 comentarios:

Pita dijo...

Todos ignoramos en que lugar de la cadena de controladores estamos. ¿Somos quienes controlamos nuestra vida? ¿alguna parte de ella? ¿A cuántos seres controlamos o pretendemos controlar? ¿Quién controla realmente nuestra existencia? Si alguien conoce la respuesta, éste es el lugar propicio para darla a conocer. Mientras tanto, seamos felices pretendiendo ser dueños de nosotros mismos.
Pita

Sergio Tovar Velarde dijo...

La respuesta de Pita me dejó helado. o.O

m. dijo...

La verdad es que todos son solo actores en mi Truman Show...