miércoles, 26 de noviembre de 2008

Promesa de fin de año prematura

Querido Blog abandonado, prometo ser menos solemne y escribir más seguido.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Redondeada a fuerzas

Hoy fuimos a la Comercial Mexicana a comprar bolillos y aguacate para el pollo rostizado. Llevábamos prisa por eso de que el pollo ya había llegado a la oficina y a veces son bien manchados y se aprovechan de que no están todos. Aunque ni es cierto, porque cuando parece que la repartición va a ser bien injusta y uno se apresura por comer más rápido, siempre acaba sobrando comida y se queda ahí en el refri hasta que a alguién le da asco y la tira a la basura. Como le pasó a los toppers de florecitas, que eran de una chava que ya ni trabaja aquí, que por que se embarazó o consiguió un mejor trabajo, creo.

El caso es que estábamos en la Comer y la cola era larguísima y teníamos un montón de hambre y de ansías, y la fila nomás no avanzaba. Cuando por fin llegamos a la caja, la señorita nos dió el precio y Claudia lo pagó, y ya hubiera estado si no fuera por que el número estaba raro. – Su total es de 104 pesos con un centavo, ¿Desea redondear? – Y antes de que pudieramos hacer las cuentas Clau dice – Si, lo que sea – suelta el billete, agarra la bolsa y avanza como si nada.

¿Un centavo? ¿Cómo le íbamos a pagar un centavo? Y qué, como no podemos pagarle en una denominación inexistente nos va a cobrar el 99 por ciento del monto que se supone que le debemos. Ya se que un peso no es mucho, y que va para los niños lisiados, o para las computadoras en las escuelas, o para los paciente con cáncer, pero ¿Qué no es ilegal que sus precios sean impagables? Y si voy a regalarle a alguién parte de mi sueldo, no va a ser a la Comer, aunque hayan quebrado con lo del dólar. Ah, pero eso si, por ahí del seis o siete de diciembre va a salir en la tele Lucerito chillando que porqué el dichoso super donó no se cuántos millones de pesos. Y mientras ellos deducen sus actos de caridad, yo sigó cazando facturas para que Maricarmen me descuente menos de la nomina.

lunes, 13 de octubre de 2008

Visita al cirujano, Remedios Varo


A través de la ventana se aprecia a la mujer perfecta. Una larga cabellera dorada rodea su cuerpo desnudo con líneas meticulosamente definidas, como el dibujo de un río en el mapa. Grandes ojos a medio abrir y un trazo recto dirigen la vista de su pequeñísima nariz, a una boca cerrada. A unos labios callados e inexpresivos.

El rostro en forma de corazón se sostiene por un cuello de cisne, preámbulo a un primer par de voluptuosos pechos. Bajo sus senos porta otros senos y bajo éstos se encuentra el tercer y último par. Cada uno más disminuido que el anterior, pero todos tan respingados como los demás.
Continuando hacia el sur, entre la diminuta cintura y sus femeninas caderas descansa un ombligo que parece pintado; y luego la sugerencia de un sexo limpio y simétrico. Esta inmóvil figura no necesita brazos ni piernas, y las terminaciones de sus miembros superfluos se desvanecen sutilmente en el fondo del aparador.

Afuera del consultorio, parada en el umbral junto a la ventana, espera una mujer-monstruo. Ya ha tocado el timbre, y sólo falta que la puerta se abra para refugiarla de la calle. El velo que la cubre evidencia vergüenza; y su plastourgencia se explica de inmediato por la tragedia de una nariz prominente; parece probable que sus túnicas escondan imperfectos semejantes, o incluso peores, a los de su cara.

La mujer idónea mira a la deforme hacía abajo; en sus ojos un dejo de fría aprobación, pronto ambas serán iguales. Impecables.

jueves, 9 de octubre de 2008

La Mar (o Crónica de una Comensal Frustrada)


En la inauguración de la cevichería peruana, La Mar, los mariscos brillaron por su ausencia, y como es difícil describir una experiencia culinaria cuando no hay comida, me veo obligada a cubrir el evento desde otra perspectiva.

El lugar es bonito, aunque en principio parecía tener pocas mesas para ser un restaurante; el espacio vacío sólo dejó de ser inexplicable cuando el local se retacó de gente al estilo metrobus.

A pesar de que no había donde sentarse, la espera fue alivianada por grandes cantidades de alcohol barato servido en vasitos de plástico por las edecanes de los patrocinadores: chicas guapas, voluptuosas, y mucho más dispuestas que los meseros a atender a la clientela.

Pero es injusto asegurar que los meseros no querían ofrecer un buen servicio, siendo que probablemente no podían. El hecho es que esta es la primera vez que le pregunto a un mesero por el baño, y éste no tiene la mas remota idea de dónde encontrarlo.

Cuando, tres horas más tarde de la cita, salieron de la cocina cuatro incautos con charolas de ceviche en caballitos tequileros, éstos fueron devorados por la muchedumbre más rapido que una vaca en el Amazonas. Sobra decir que a los de atrás no nos tocó.

Si la noche de apertura es indicativa del servicio que los clientes esperamos recibir en este resturante/bar/antro de mala muerte, los de la taquería de enfrente tienen razones para celebrar; ya que es ahí donde terminamos los comensales menos pacientes de la noche.

martes, 7 de octubre de 2008

Crónica de un ataque terrorista

Era nuestra primera mañana en el Cairo y nos despertó la oración matutina; voces graves y repetitivas que se escuchan todas las madrugadas desde los minaretes de la ciudad.

Ale se metió a bañar, ella había perdido el volado. Mientras mi prima disfrutaba de la regadera sonó el teléfono dos veces, pero yo estaba demasiado cansada para contestar. Luego fue mi turno de usar el baño y para mi gran desgracia tuve que levantarme de la cama.

A medio desvestir escuché un sonido agudo y prolongado, me tarde un rato en entender que se trataba de la alarma contra incendios. Incluso una vez registrado este hecho, asumí que era un error del hotel y marqué indignada a la recepción para que lo corrigieran. No obtuve respuesta.
Ale descorrió las cortinas y nos asomamos por la ventana, descubrimos que había humo subiendo desde el primer piso, nublando nuestra vista hacía abajo.

Recordé de golpe todas las advertencias que me habían hecho antes de viajar. Es un país miserable, mal organizado y peligroso; lleno de gente retrógrada y violenta. Apenas unos años antes, setenta turistas alemanes fueron brutalmente ejecutados en Luxor, y el reciente ataque a las torres gemelas había puesto a Egipto en la mira como un lugar de alto riesgo. Por eso todo salió más barato. Por eso me encontraba en el piso veintitrés de un hotel que parecía un blanco perfecto para cualquier fanático con iniciativa.

Ale forzó la voz en un intento por mantener la calma – María Cristina vístete, se está quemando el hotel – Sorprendentemente logré responder, me puse la pijama y mis tenis. Tomé una bolsa, el dinero y los pasaportes.

Mientras tanto mi prima buscó al Tío Jorge. Todavía con su voz de tranquilidad aterradora dijo -Papá salte, se quema el hotel –, – Ale espérame, que me estoy bañando - y con esas palabras perdió toda compostura, entró al baño y lo jaló del brazo desnudo en un intento desesperado por salvarlo.

De pronto alguien tocó la puerta de la habitación. Confundida, y con pasaportes en mano, abrí para encontrarme con tres árabes perfectamente uniformados. En un ingles medio fallido me avisaron –Está sonando su alarma- Su obviedad me exasperó –Sí- les contesté, apurada por bajar veintitrés pisos corriendo –Se quema el hotel-

Los egipcios me vieron como si no entendieran. Cuando Ale y el Tío Jorge salieron del cuarto de junto, mojados y extremadamente agitados, los hombres de seguridad nos explicaron bien fuerte, lento y claro que no pasaba nada. Qué el hotel estaba intacto. De nuevo, nos tardamos en reaccionar.

–Pero vimos el humo- alegó Ale con voz temblorosa.

Resulta que las calderas sacan vapor por las mañanas y que el ambiente del Cairo hace que éste suba con mucha velocidad. La alarma fue un error del hotel y al día siguiente nos regalaron una canasta de fruta. También recibimos una dosis de humillación que nos separó de la paranoia irracional que veníamos arrastrando desde el otro lado del mundo; fue suficiente para permitirnos disfrutar, cabizbajos y felices, el resto del viaje.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Extreme Makeover etc...


Salir en Extreme Makeover debe ser genial, por que los productores reciben peticiones de más de 10 mil voluntarios en Estados Unidos para participar. Una vez elegidos los afortunados individuos, éstos son sometidos a una completa remodelación de imagen a manos de los expertos del Extreme Team, que incluye cirujanos plásticos, oculistas, dentistas maquillistas, estilistas, diseñadores y entrenadores. En las palabras del sitio oficial del programa: “A real life fairy tale in which their wishes come true, not just to change their looks, but their lives and destinies.”

Una definición de reality show, es que el género muestra situaciones, relatos y pasiones que aparecen en pantalla asociadas a personas que no tienen ninguna relación profesional con la televisión. En el caso de Extreme Makeover este concepto resulta inaplicable. Antes de participar, la solicitud para entrar al programa incluye preguntas cómo: ¿Qué partes de tu cuerpo te gustaría alterar? ¿Por qué? ¿De que forma se ha visto afectada tu vida por tu apariencia física? El candidato también debe incluir un video que muestre todas los defectos que desea operarse, y que explique por qué se merece un Extreme Makeover. Una vez firmada la solicitud, toda la información se vuelve legalmente propiedad de la compañía productora, formalizando así la relación profesional:

“By submitting this application I hereby consent to the recording, use and reuse by Producers…of my voice, actions, likeness, name, appearance, biographical material, and any information contained in my application to be a participant in the Program selected to participate in the Program in any manner whatsoever”

En cada programa se transforma a dos personas: los vemos desde su fase inicial y, después de varios meses de procedimientos televisados a detalle, llegar al resultado final. Luego los candidatos revelan su nueva imagen a sus amigos y familiares.

¿Es en verdad un sueño hecho realidad? Porque todo parece indicar que ABC y Disney son hermanas de la caridad, pagándole a la desgraciada gente fea la cirugía necesaria para que puedan ser felices y llevar una vida normal. Incluso se pretende que las historias sean inspiracionales. Si ellos pudieron ¿Por qué yo no? En el show se dan tips de belleza y recomendaciones para tener una cirugía plástica más efectiva y segura; se hace todo para lograr la satisfacción de los pacientes.

Pacientes que empezaron por ceder los derechos de su nombre, apariencia física, voz, acciones, vida y dignidad a favor de unos ratings estupendos.

Y si alguien piensa ingenuamente que el show le brinda felicidad a las personas involucradas, le respondo que la felicidad no puede consistir en tener la nariz derecha, la panza durita, o el peinado perfecto. Encontrarse abierto en una mesa de operaciones, rodeado de cámaras como una especie de animal a medio hacerse, no es un sueño hecho realidad, es una carnicería.

martes, 9 de septiembre de 2008

En el cielo

Heaven, (Alemania/Italia/EUA/Francia/Reino Unido, 2002)

En el cielo, fue escrita por Krzysztof Kieslowski (Azul, Blanco y Rojo, El Decálogo), y planeada como la primera parte de una trilogía sobre el cielo, el infierno y el purgatorio. Debido a la muerte del guionista y director polaco, la trilogía nunca fue concluida y el guión de En el cielo fue retomado por el director Tom Tykwer, (Corre Lola Corre).

Tykwer logra contar la historia de Kieslowski de manera elegante; aprovechando la fotografía de Frank Griebe, los paisajes de la campiña italiana y una atinada elección de actores, para crear una película conmodedora y relevante.

La trama es detonada por la decisión de un individuo de tomar la justicia en sus propias manos: Philippa comete un acto terrorista y mata a cuatro personas inocentes, eso la convierte en una asesina; pero también en víctima de un poder político corrupto y violento.

El espectador sigue a Phillipa mientras ella escapa de las autoridades y conoce a Filipo. Mientras avanza la película es imposible para Filipo, y para el público, no enamorarse de la carismática fugitiva y abandonar todo para huír con ella.

Fiel a su título, el cielo es un elemento recurrente en el filme: Está en la arquitectura del edificio, en el elevador, en el ático donde se refugian, en las iglesias, en el campo. Desde un principio la trama se dirige hacia él en todos los sentidos, ya sea simbólica, religiosa o literalmente.

A pesar de que En el cielo es una película de emociones fuertes, ésta no se limita a provocar reacciones en el espectador, sino que busca cambiar la percepción del mismo sobre conceptos considerados inamovibles; como el amor, la justicia, y la inocencia.

viernes, 5 de septiembre de 2008

El video en el celular

Ayer me enseñaron un video que circula de teléfono en teléfono.

Lo primero que se ve es un grupo de gente pateando a una adolescente que ya esta en el piso. Le quitan los pantalones y descubren sus piernas llenas de moretones. La dejan en sus calzones negros y la siguen golpeando con las piernas, de lejos. Ella se retuerce.

Uno de ellos se acerca sólo para levantarle la cara sangrienta y tomarle un close up desde su celular. Casi todos tienen una mano ocupada, levantada sobre los demás para asegurarse de que sus pequeñas cámaras portátiles capten lo más posible, pero no todos se atreven a ajustar el ángulo, a cambiar el cuadro.

En el estilo de los mejores videos virales, justo cuando se esta poniendo repetitivo algo cambia. Alguien justo enfrente de nuestra cámara toma un bloque de concreto y lo avienta contra la cabeza de la chica. Al principio no pasa nada y parece que es una broma, que el bloque es de unicel y que todo el espectáculo esta montado.

Tal vez las personas del grupo pensaron lo mismo por que no tardan en aventarlo de nuevo, ahora con más fuerza. La sangre empieza a inundar el piso como en una película de Tarantino, como en CSI cuando hacen las reconstrucciones del crimen; sólo que no hubo acercamiento de la sangre, así que los espectadores nos la tenemos que imaginar avanzando viscosa por las ranuras del pavimento.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Dios surgido de la maquina

Paul Virilio argumenta que todos los avances tecnológicos están dirigidos hacía la misma meta: la consolidación de un Dios-máquina, o lo que él llama Deus ex Machina. Se me ocurren algunas formas en las que las nuevas tecnologías progresivamente simulan, o más bien substituyen, a Dios.

El primer ejemplo de la tecnología haciendo las veces de Dios es Google Earth. Ya no es necesario ser un señor barbón para vigilar la tierra desde el cielo; y la tecnología nos permite ver mucho más que solo la vista desde un satélite, también podemos explorar el interior del cuerpo humano y entrar a lugares que antes eran imposibles, como el interior de la tierra o el planeta Marte. El ciberespacio nos otorga la cualidad divina de estar en más de un lugar al mismo tiempo, de forma que ya no resulta impresionante que una señora pueda ver y escuchar los chistes de su nieto canadiense desde la comodidad de su casa en el D.F.

De hecho la tecnología no se limita a extender el alcance de nuestras experiencias, sino que nos permite inventar nuevas. Frente a los simuladores y a la realidad virtual los límites del tiempo y del espacio son obsoletos; podemos volar un avión, conocer una playa hawaiana o convertirnos en caballeros medievales sin salir de un mismo cuarto. El sueño de la realidad virtual es permitirnos experimentar cualquier cosa como si fuera real.

Otro ejemplo de omnisapiencia es el acceso inmediato al conocimiento del mundo entero; la información se comparte a nivel mundial por medio del Internet, y aunque aún no exista una perfecta interacción biológica con nuestra mente la red ya funciona como una base de datos colectiva en el que todos participamos. Va a llegar un día en que exista una computadora que pueda no sólo procesar, sino aprender de esos datos: que funcione como un cerebro humano enorme al que todos alimentemos de información. Es en ese entonces cuando la máquina se va a convertir en un Dios que lo sabe todo.

Los avances tecnológicos en la medicina le han dado al hombre el poder de tomar decisiones que hasta hace poco tiempo sólo se le atribuían a Dios. Gracias a los nuevos conocimientos sobre la salud, los seres humanos vivimos cada vez más tiempo y en mejores condiciones; sin embargo se podría argumentar que muchas veces en nuestro afán por conservar la vida violentamos el ciclo natural de las cosas. Cito como ejemplo el caso de una viejita de noventa años que sufre su tercer paro cardiaco y en el hospital los doctores la reviven y la conectan para que pueda seguir viviendo aunque sea en estado vegetal.

La tecnología sirve para alargar la vida, pero también puede acabar con ella: basta con mencionar los campos de exterminio nazis y la bomba atómica. De hecho ya ni siquiera necesitamos a Dios para desatar plagas sobre la humanidad; se dice que el SIDA se originó a causa de una vacuna experimental mal administrada en África. Los nuevos descubrimientos genéticos traen consigo la posibilidad de modificar la vida, empezando por los vegetales que consumimos, y eventualmente de crear vida donde no la había antes: la tecnología le ha quitado a Dios la exclusividad de crear ovejas, y pronto, seres humanos.

Una característica de Dios es que es omnipresente, lo mismo se puede decir sobre la tecnología. Somos rápidos para aceptar los nuevos cambios tecnológicos, sin embargo no somos tan buenos para reconocer sus consecuencias, y menos aún para deshacernos de ellas. En la medida que consumimos un producto, cambia nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Hemos aceptado y convertido en indispensables para nuestras vidas el celular, la luz eléctrica, el coche, la televisión, el teléfono y la tostadora: ya no podríamos vivir sin ellos. Incluso para huir de la tecnología habría que utilizar la misma ¿o cómo vamos a llegar a la isla desierta? Deus ex Machina está siempre con nosotros.

lunes, 25 de agosto de 2008

¡Cheeseburger! (o La mosca)


Confieso que hasta hace poco yo era una de esas personas que no había visto ninguna de las versiones, ni de las secuelas, del clásico La mosca. Y no es que no me guste la ciencia ficción, todo lo contrario, es uno de mis géneros favoritos; pero honestamente imaginaba esta película como dos interminables horas de un insecto gigante atacando a gente inocente sin motivo alguno. No me gustan mucho los insectos.

Es por eso que fuí grátamente sorprendida cuando por fin tuve ocasión de verla. Me encontre con que La Mosca del director David Cronenberg es una película inteligente, con una trama compleja, con personajes entrañables y con un final fuerte y satisfactorio.

Seth Brundle no es un villano. Es un hombre que, por un pequeño error del destino se está conviertiendo lenta y dolorosamente en un monstruo. Los espectadores, junto con su novia Ronnie, estamos condenados a ser testigos; y él, como científico, esta obligado a registrar su propia muerte.

La mosca no hace ninguna concesión cursi al público, el director es despiadadado con nosotros y con sus protagonistas. Es una historia trágica en la cúal la última preocupación es el hecho de que haya una mosca gigante desatada por la ciudad.


viernes, 22 de agosto de 2008

En pausa

Lo primero que hace cuando se levanta es revisar su colección. Es importante verificar que nada haya sucedido en la noche, que nadie se haya movido sin permiso. Ya tranquila sigue con su rutina. Se talla la cara, se relame el pelo, se pone los lentes y el uniforme, finge desayunar y alguien la lleva a la escuela.

Ahí nunca pasa nada interesante.

Ella aprovecha su tiempo para repasar el mundo que tiene guardado en la repisa. Esos edificios miniatura, cada uno con una función especial; la pequeña gente perfecta que habita en la ciudad, y las vidas perfectas que ella les ha otorgado. Se preocupa por su ausencia: el bebé de la casita azul necesita leche pero su mamá se mantiene estática en un sillón, como en pausa.

Es maravilloso el detalle con el que ella reconstruye, la dedicación con la que acerca a esas pequeñas piezas plásticas a tener una experiencia humana.

A veces les tiene envidia y se le antoja unírseles. Se imagina paseando por las calles suburbanas. En bici todo avanza más rápido y las casas, con sus colores pastel, parecen postre. Los niños de la casa del árbol la saludan de lejos y la invitan a pasar. Pero entonces perdería el control, se pondría a merced de otro par de manos que la acomodarían en su lugar. Es mejor así, de lejos.

El recreo pasa y ella no se ha movido. Está perfeccionando su colección, recorriéndola mentalmente. Ella es la dadora de vida. Incluso consiguió una escuelita, para que los niños jueguen y aprendan. Las niñas del salón corren de un lado a otro del patio, jugando a las tráes, pero ella está demasiado ocupada.

En su casa anda con la mirada vacía. Ella no corre, no grita y no empuja. Cada vez habla menos, come menos y ocupa menos espacio.

Un día despierta y no necesita revisar su colección para darse cuenta. Se asoma por el marco blanco de una ventana, y observa las sombras inmóviles de las hojas sobre el pasto. La casa del árbol está vacía. Reina el silencio sobre su nuevo y perfecto vecindario color pastel.


jueves, 21 de agosto de 2008

Adbusters, (o el pollo que no es pollo)



Cometí el error de leer Fast Food Nation de Eric Shlosser (el libro que inspiró el documental de Super Engórdame), y ahora estoy pagando las consecuencias; una de ellas es que la sola mención de una hamburguesa de McDonalds me provoca naúseas; y la otra es que desarrollé una profunda indignación por la corrupción sistemática de las mega corporaciones estadounidenses.

Estoy consciente de que mi indignación no es nada original, sin embargo pensé que era necesario advertir que estoy pasando por lo que mi mamá llama una etapa de feminazi ultraliberal, para explicar por que me llamó tanto la atención el portal de Adbusters, y en especial la Anticorporacón Blackspot.

Mi experiencia frente a la campaña de los zapatos Blackspot fue la siguiente: Los zapatos me gustaron, el diseño tiene onda y parecen ser una alternativa razonable. Luego vi el precio y mi empatía por la anticorporación se fue al diablo; cada par de tenis de lona cuesta noventa dólares canadienses. Estaba a punto de salirme de la página al grito de malditas ratas, cuando leí la misión de la compañía en donde expresan francamente que sí, sí se trata de una corporación con fines de lucro que va a utilizar sus excedentes para hacer campañas de publicidad que resulten en más presencia para su producto y para su causa.

¿Por qué esperaba que unos zapatos producidos de forma que no dañan nuestro entorno fueran más baratos? Y ¿Qué tiene de malo que Blackspot busque vender y ganar de su producto? El hecho es que el consumir productos orgánicos y ecológicos no es solamente una cuestión de conciencia, sino de lujo. En Vancouver hay un supermercado que se llama Whole Foods en el que sólo se venden productos locales, orgánicos y environmentally friendly; comprar ahí sería genial, de no ser por que todo cuesta el doble que en el Wal-Mart de enfrente.

Paradójicamente nuestras convicciones antimercantilistas son susceptibles de ser utilizadas como sales pitch para asegurar una compra. El hecho de que un zapato sea producido de forma ecológica y justa no debería ser una excepción, sino la norma. Es absurdo que existan mercados especializados en los que te aseguren que el pollo que estas comprando es en verdad pollo. ¡Todo el pollo debería ser pollo! Como consumidores deberíamos exigir que todas las corporaciones tuvieran estándares mínimos de higiene y de legalidad, para que funcionaran de la misma manera que Blackspot dice funcionar.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Sobre la Sangre

Imagínate una carne perfecta. De esas que son obscuras por fuera, casi quemadas, crujientes; de esas en las que el tenedor se hunde como si fueran mantequilla y que luego cuando las atraviesa el cuchillo sueltan un jugo humeante, saladito. Una carne gruesa que es cada vez más roja por dentro, y en la que si te fijas bien se distingue una veta precisa, como la de un árbol.

Ahora imagínate que en medio de la contemplación de ese platillo suculento, justo cuando las esquinas de tu boca ya empezaron a salivar en anticipación del primer bocado, se escucha una voz de niña increíblemente intrusiva:

– Guácala, tiene vena-

De pronto la carne perfecta está dividida por una delgada línea azul. Una línea que cada vez es menos delgada y menos azul, porqué ahora que le pones atención, parece hincharse de líquido coagulado, violeta. El plato fuerte de hoy es cadáver. Tu filete es un pedazo de músculo arrancado de la espalda de una vaca muerta y el jugo que empapa tu puré, es sangre.

Es como estar en clase de anatomía. Reconoces los tendones que formaban una conexión con el hueso y que ahora son inútiles, la grasa amarillenta acumulada en las orillas, la vena que irrigaba los músculos y que permitía que éstos se contrajeran para crear movimiento. Tú también tienes tendones y venas y músculo, ¿Así te verías sobre un plato?

Consideras a los pobres animales asesinados, por que las vacas no son las únicas víctimas. También están los cochinitos y los pollitos y los borreguitos. Te acuerdas de Bambi y de la parte cuando un cazador mata a su mamá y él se queda solito bajo la lluvia. Decides nunca volver a comer carne.

Dejas el tenedor y alejas el mórbido platillo. Renuncias a las puntas de filete, a las chuletas de puerco, al pollo con mole, al pato a la naranja y a cualquier banquete cuyo protagonista no sea una lechuga.

Te olvidas para siempre del suadero, y procuras no pensar en cómo “Charly” moja la tortilla en la cazuela hirviendo antes de entregarte un taco tan suave, que se resbala por tu garganta con extraordinaria facilidad. Y en tus intentos por dejar atrás pensamientos impuros tu mente salta a la imagen de una tortillita con sal y tuétano; aunque no tanto a la imagen como a la textura, el calor y el sabor.

Tal vez no haya necesidad de abandonar el tuétano, de todas maneras no lo comes muy seguido y es difícil negarse a algo que se te antoja tanto. Pensar en huesos y médulas ya no te da asco, sino hambre. Una vez admitido este hecho vergonzoso debes aceptar que siempre pides tu cortes rojitos y que la carne cruda es la más apetitosa.

Eres un vampiro y disfrutas de la masacre de seres inocentes, la sola idea de llenar tu boca con su sangre te llena de placer. En un acto puramente carnívoro acercas tu plato, tomas el tenedor y le das una gran mordida al sacrificio del día. Te inundas de satisfacción. Todavía con la boca llena y con tus colmillos de fuera, sonríes.

Introducción/Advertencia/Bienvenida

Más que una introducción creo que este blog necesita una advertencia. Ha sido creado con el propósito de mostrar mi trabajo escrito, por lo tanto es inútil buscar un hilo negro que conecte una entrada con la otra.
Cada texto es independiente de los demás.
Una vez dicho esto, espero que lo disfruten y ¡Bienvenidos!