jueves, 9 de octubre de 2008
La Mar (o Crónica de una Comensal Frustrada)
En la inauguración de la cevichería peruana, La Mar, los mariscos brillaron por su ausencia, y como es difícil describir una experiencia culinaria cuando no hay comida, me veo obligada a cubrir el evento desde otra perspectiva.
El lugar es bonito, aunque en principio parecía tener pocas mesas para ser un restaurante; el espacio vacío sólo dejó de ser inexplicable cuando el local se retacó de gente al estilo metrobus.
A pesar de que no había donde sentarse, la espera fue alivianada por grandes cantidades de alcohol barato servido en vasitos de plástico por las edecanes de los patrocinadores: chicas guapas, voluptuosas, y mucho más dispuestas que los meseros a atender a la clientela.
Pero es injusto asegurar que los meseros no querían ofrecer un buen servicio, siendo que probablemente no podían. El hecho es que esta es la primera vez que le pregunto a un mesero por el baño, y éste no tiene la mas remota idea de dónde encontrarlo.
Cuando, tres horas más tarde de la cita, salieron de la cocina cuatro incautos con charolas de ceviche en caballitos tequileros, éstos fueron devorados por la muchedumbre más rapido que una vaca en el Amazonas. Sobra decir que a los de atrás no nos tocó.
Si la noche de apertura es indicativa del servicio que los clientes esperamos recibir en este resturante/bar/antro de mala muerte, los de la taquería de enfrente tienen razones para celebrar; ya que es ahí donde terminamos los comensales menos pacientes de la noche.
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2 comentarios:
Las etiquetas que le pusiste están muy chistosas. Me gustó.
jejejeje, tu sentido del humor se te sale por todas las letras...
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