Paul Virilio argumenta que todos los avances tecnológicos están dirigidos hacía la misma meta: la consolidación de un Dios-máquina, o lo que él llama Deus ex Machina. Se me ocurren algunas formas en las que las nuevas tecnologías progresivamente simulan, o más bien substituyen, a Dios.
El primer ejemplo de la tecnología haciendo las veces de Dios es Google Earth. Ya no es necesario ser un señor barbón para vigilar la tierra desde el cielo; y la tecnología nos permite ver mucho más que solo la vista desde un satélite, también podemos explorar el interior del cuerpo humano y entrar a lugares que antes eran imposibles, como el interior de la tierra o el planeta Marte. El ciberespacio nos otorga la cualidad divina de estar en más de un lugar al mismo tiempo, de forma que ya no resulta impresionante que una señora pueda ver y escuchar los chistes de su nieto canadiense desde la comodidad de su casa en el D.F.
De hecho la tecnología no se limita a extender el alcance de nuestras experiencias, sino que nos permite inventar nuevas. Frente a los simuladores y a la realidad virtual los límites del tiempo y del espacio son obsoletos; podemos volar un avión, conocer una playa hawaiana o convertirnos en caballeros medievales sin salir de un mismo cuarto. El sueño de la realidad virtual es permitirnos experimentar cualquier cosa como si fuera real.
Otro ejemplo de omnisapiencia es el acceso inmediato al conocimiento del mundo entero; la información se comparte a nivel mundial por medio del Internet, y aunque aún no exista una perfecta interacción biológica con nuestra mente la red ya funciona como una base de datos colectiva en el que todos participamos. Va a llegar un día en que exista una computadora que pueda no sólo procesar, sino aprender de esos datos: que funcione como un cerebro humano enorme al que todos alimentemos de información. Es en ese entonces cuando la máquina se va a convertir en un Dios que lo sabe todo.
Los avances tecnológicos en la medicina le han dado al hombre el poder de tomar decisiones que hasta hace poco tiempo sólo se le atribuían a Dios. Gracias a los nuevos conocimientos sobre la salud, los seres humanos vivimos cada vez más tiempo y en mejores condiciones; sin embargo se podría argumentar que muchas veces en nuestro afán por conservar la vida violentamos el ciclo natural de las cosas. Cito como ejemplo el caso de una viejita de noventa años que sufre su tercer paro cardiaco y en el hospital los doctores la reviven y la conectan para que pueda seguir viviendo aunque sea en estado vegetal.
La tecnología sirve para alargar la vida, pero también puede acabar con ella: basta con mencionar los campos de exterminio nazis y la bomba atómica. De hecho ya ni siquiera necesitamos a Dios para desatar plagas sobre la humanidad; se dice que el SIDA se originó a causa de una vacuna experimental mal administrada en África. Los nuevos descubrimientos genéticos traen consigo la posibilidad de modificar la vida, empezando por los vegetales que consumimos, y eventualmente de crear vida donde no la había antes: la tecnología le ha quitado a Dios la exclusividad de crear ovejas, y pronto, seres humanos.
Una característica de Dios es que es omnipresente, lo mismo se puede decir sobre la tecnología. Somos rápidos para aceptar los nuevos cambios tecnológicos, sin embargo no somos tan buenos para reconocer sus consecuencias, y menos aún para deshacernos de ellas. En la medida que consumimos un producto, cambia nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Hemos aceptado y convertido en indispensables para nuestras vidas el celular, la luz eléctrica, el coche, la televisión, el teléfono y la tostadora: ya no podríamos vivir sin ellos. Incluso para huir de la tecnología habría que utilizar la misma ¿o cómo vamos a llegar a la isla desierta? Deus ex Machina está siempre con nosotros.
El primer ejemplo de la tecnología haciendo las veces de Dios es Google Earth. Ya no es necesario ser un señor barbón para vigilar la tierra desde el cielo; y la tecnología nos permite ver mucho más que solo la vista desde un satélite, también podemos explorar el interior del cuerpo humano y entrar a lugares que antes eran imposibles, como el interior de la tierra o el planeta Marte. El ciberespacio nos otorga la cualidad divina de estar en más de un lugar al mismo tiempo, de forma que ya no resulta impresionante que una señora pueda ver y escuchar los chistes de su nieto canadiense desde la comodidad de su casa en el D.F.
De hecho la tecnología no se limita a extender el alcance de nuestras experiencias, sino que nos permite inventar nuevas. Frente a los simuladores y a la realidad virtual los límites del tiempo y del espacio son obsoletos; podemos volar un avión, conocer una playa hawaiana o convertirnos en caballeros medievales sin salir de un mismo cuarto. El sueño de la realidad virtual es permitirnos experimentar cualquier cosa como si fuera real.
Otro ejemplo de omnisapiencia es el acceso inmediato al conocimiento del mundo entero; la información se comparte a nivel mundial por medio del Internet, y aunque aún no exista una perfecta interacción biológica con nuestra mente la red ya funciona como una base de datos colectiva en el que todos participamos. Va a llegar un día en que exista una computadora que pueda no sólo procesar, sino aprender de esos datos: que funcione como un cerebro humano enorme al que todos alimentemos de información. Es en ese entonces cuando la máquina se va a convertir en un Dios que lo sabe todo.
Los avances tecnológicos en la medicina le han dado al hombre el poder de tomar decisiones que hasta hace poco tiempo sólo se le atribuían a Dios. Gracias a los nuevos conocimientos sobre la salud, los seres humanos vivimos cada vez más tiempo y en mejores condiciones; sin embargo se podría argumentar que muchas veces en nuestro afán por conservar la vida violentamos el ciclo natural de las cosas. Cito como ejemplo el caso de una viejita de noventa años que sufre su tercer paro cardiaco y en el hospital los doctores la reviven y la conectan para que pueda seguir viviendo aunque sea en estado vegetal.
La tecnología sirve para alargar la vida, pero también puede acabar con ella: basta con mencionar los campos de exterminio nazis y la bomba atómica. De hecho ya ni siquiera necesitamos a Dios para desatar plagas sobre la humanidad; se dice que el SIDA se originó a causa de una vacuna experimental mal administrada en África. Los nuevos descubrimientos genéticos traen consigo la posibilidad de modificar la vida, empezando por los vegetales que consumimos, y eventualmente de crear vida donde no la había antes: la tecnología le ha quitado a Dios la exclusividad de crear ovejas, y pronto, seres humanos.
Una característica de Dios es que es omnipresente, lo mismo se puede decir sobre la tecnología. Somos rápidos para aceptar los nuevos cambios tecnológicos, sin embargo no somos tan buenos para reconocer sus consecuencias, y menos aún para deshacernos de ellas. En la medida que consumimos un producto, cambia nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Hemos aceptado y convertido en indispensables para nuestras vidas el celular, la luz eléctrica, el coche, la televisión, el teléfono y la tostadora: ya no podríamos vivir sin ellos. Incluso para huir de la tecnología habría que utilizar la misma ¿o cómo vamos a llegar a la isla desierta? Deus ex Machina está siempre con nosotros.
6 comentarios:
Se me hace que cada vez que aparece algún avance tecnológico nos sentimos extrañados y hasta amenazados y creemos que se cambia la escencia natural del ser humano, pero pasa el tiempo y nos adaptamos y después lo que parecía novedoso y extraño se vuelve cotidiano y encontramos alguna nueva tecnología que nos haga sentir amenazados. Para mí es el wiimote. Cómo está eso de que me tengo que parar para jugar videojuegos?? Aberración del demonio
Creo que es importante tomar en cuenta que basta de una sola "catastrofe" natural para deshacer de muchos adelantos tecnologicos a los cuales te refieres.
Si hay algo que entendemos y no podemos controlar es la naturaleza. Sea que esta este sujeta a un dios o a un ciclo que se repite es algo que siempre va tener la ultima palabra dentro de lo que hacemos. China por ejemplo, en un estado tan avanzado y con medidas para prevenir terremotos y aun asi fue azotado por un temblor de arriba de 8.
Creo yo que la tecnologia facilita muchas cosas, pero no puede substituir en escencia lo que representa un mundo en general.
Es muy interesante leer lo que tienes que decir al respecto, aunque siento que puedes ejemplificar tus ideas con situaciones mas dramaticas que abran la mente a lo que estas tratando de decir... bueno, esa es mi opinion como el resto de este comentario :3
^___^ brau
Paola?
Wow... qué reflexiones tan interesantes las tuyas. A veces eres clavada ineresante, a veces sólo eres clavada... Pero esta entrada en verdad me interesó.
Qué impactante, de verdad.
Y sí, es verdad que el hombre escala y pretende llegar a niveles tan cercanos a Dios que casi le permita crear vida y mundos. Y claro que me sorprendo de cómo hemos usurpado esas tareas que eran propias de Dios.
Pero sabes? Tengo la impresión de que por mucho que se dominen aspectos tecnológicos, Dios nos lleva muuuuucha ventaja.
Si el hombre se pone impertinente y hace máquinas muy cabroncitas, basta con que Dios le mande un par de tsunamis y les truene el aparato, JAJAJAJAJAJA.
Es verdad que nos rodeamos de tecnología para pintarle dedo a la Muerte. Tu cita me recordó a Woody Allen, cuando dijo: "hay gente que quiere alcanzar la inmortalidad a través de la fama. Yo prefiero alcanzar la inmortalidad a través de no morirme nunca".
Magnífico ensayo y en algunos aspectos muy certero. Sin embargo, el hombre si bien es todopoderoso para destruir la vida, es absolutamente incapaz de crearla. Por más sabio e inteligente sea, con ayuda de la más avanzada tecnología y el laboratorio más sofisticado, ningún hombre ha sido capaz de crear un ser vivo a partir de materia inerte. Sé que hay quien opina que es cuestión de tiempo. Yo no lo creo, pero para aquellos que así piensan, las máquinas están muy lejos de ocupar el lugar de Dios.
Pita
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